
Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Escribe en idioma alemán y está considerado como uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.
Una de sus obras, La Sociedad del Cansancio hace una reflexión muy esclarecida de la sociedad actual, intrínsecamente auto exigente, en oposición a la antigua sociedad disciplinaria de antaño.
El autor señala que la sociedad disciplinaria, estaba constituida esencialmente de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, mientras que la sociedad en la que nos toca vivir está constituida simbólicamente por gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. Así “Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas”, y la época bacterial tiene su fin con el descubrimiento de los antibióticos y aunque siempre existe el riesgo de una pandemia viral no vivimos en una época en la que sean una amenaza inminente. El comienzo del siglo 21 desde un punto de vista patológico sería entonces una época neuronal.
La violencia neuronal descrita en el libro tiene su epílogo en enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO).
El siglo pasado podía ser descrito desde el punto de vista inmunológico con una clara distinción entre lo de adentro y afuera (self-no self), la guerra fría obedecía a ese esquema particular con un esquema inmunológico de defensa y ataque, lo extraño era rechazado aunque no encerrara en sí mismo ninguna intención hostil.
Dentro de las teorías inmunológicas coincidentemente con el fin de la guerra fría Polly Matzinger presenta su teoría del caos (The Danger Theory) que rechaza el concepto de “self-no self” y propone un nuevo modelo basado en el concepto de “amistoso y peligroso” que, muy básicamente trata de que mientras un antígeno no se comporte destructivamente no será rechazado y no habrá respuesta inmunitaria. Esto se opone a la antigua idea de lo propio y extraño, tal como sucedía en la sociedad de la guerra fría.
En la sociedad de hoy desaparece la extrañeza, lo otro, “la otredad”, dando paso a la diferencia, que no produce una reacción inmunitaria pues no afecta al sistema, lo extraño se sustituye entonces por lo exótico; entonces, el paradigma inmunológico de lo propio y extraño no tiene cabida en el proceso de globalización.
Los actuales fenómenos patológicos parecen entonces atribuibles a la desaparición de la otredad, lo que significa que vivimos en un tiempo pobre en negatividad pero con un exceso de positividad “La violencia parte no solo de la negatividad, sino también de la positividad, no únicamente de lo otro o de lo extraño, sino también de lo idéntico”. Esto da paso entonces a “la obesidad de los sistemas del presente”, de los sistemas de información, comunicación y producción y no hay reacción inmunitaria a lo obeso.
La antigua sociedad sociedad disciplinaria era la sociedad de la negatividad y de la prohibición, la sociedad del verbo modal negativo ”no-poder”.
Mientras que la sociedad de rendimiento actual se caracteriza por el verbo modal positivo poder, la sociedad que Obama señalaba con su “Yes, we can”. Es por eso que el autor señala que la negatividad de la sociedad disciplinaria genera locos y criminales, mientras que la sociedad del rendimiento, produce depresivos y fracasados.
Y señala algo gravitante, “La supresión de un dominio externo no conduce hacia la libertad; más bien hace que libertad y coacción coincidan”, es decir, la supresión de un dominio externo no nos libera de nosotros mismos, de esclavizarnos nosotros mismos.
La sociedad del rendimiento exige la intención y acción permanente, ya no hay espacio para la vida contemplativa. Para Nietzsche reaccionar inmediatamente y a cada impulso es una enfermedad la vida contemplativa entonces no consiste en decir Sí a todo lo que viene y a todo lo que sucede, detenernos a pensar y decir No es también una acción soberana mucho más activa que cualquier hiperactividad. “Es una ilusión pensar que cuanto más activo uno se vuelva, más libre se es”.
La sociedad del cansancio se opone entonces a lo que Ray Kurzwail propone en su libro Singularity is Near, en el que se señala que el hombre biológico dará paso a la máquina de rendimiento cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sin alteraciones y la maximización del rendimiento, esta forma de vida sustentada en el multi-tasking causa el infarto del alma.
Según Byung-Chul Han existen dos tipos de cansancio, el cansancio fundamental de potencia negativa, del No; y el cansancio del agotamiento de potencia positiva que incapacita para hacer algo, este es el cansancio del we-can.
El “cansancio fundamental” suprime el aislamiento egológico y funda una comunidad que no necesita ningún parentesco que conduce a una concordancia, una cercanía, una vecindad sin necesidad de vínculos familiares ni funcionales. El cansancio fundamental, ese que, desde la vida contemplativa, nos hace razonar y decir no a cuando corresponde, a frenar cuando se necesite, a pensar en nuestras acciones y no ser parte de una masa hiperactiva más no consiente ni libre y soberana de si mismo.
Personalmente todo lo filosófico que había leído hasta ahora siempre fue de la filosofía antigua. este ensayo viene a mostrarnos como sociedad de que la filosofía sigue siendo necesaria a dia de hoy y la educación que se imparte no debe avanzar hacia el animal laborans que promueve nuestra actual era post industrial, debemos como sociedad darnos espacio para la vida contemplativa, pero una vida contemplativa como forma de vida, no como la vida contemplativa de tres semanas de vacaciones bien consumidas y luego a la barbarie de decir Sí a toda la barbarie hiperactiva actual.